Inglaterra avanza hacia una nueva tasa turística nacional

12/12/2025 | 0:21 | El gobierno habilitó a los municipios a aplicar un recargo por pernoctación en hoteles y alojamientos. La medida genera apoyo político y críticas del sector turístico por su posible impacto.
 

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El Reino Unido dio un paso hacia la creación de un nuevo marco fiscal dirigido al turismo. El Gobierno autorizó a las ciudades de Inglaterra a aplicar una tasa por noche de alojamiento, siempre que los municipios lo aprueben a través de sus autoridades locales. Se trata de un instrumento similar al que ya opera en muchas capitales europeas y que busca generar recursos adicionales para infraestructura, transporte y servicios públicos vinculados al flujo de visitantes.

El anuncio establece que la tasa podrá cobrarse a quienes se hospeden en hoteles, bed & breakfasts, alquileres vacacionales y establecimientos similares. El Gobierno la describió como un recargo “modesto”, pero aún no determinó si será un importe fijo por noche o un porcentaje del precio del alojamiento. Esa definición surgirá de una consulta pública de 12 semanas que recogerá opiniones de gobiernos locales, empresas, organizaciones del sector y ciudadanos.

La propuesta generó expectativas entre las principales ciudades del país. Alcaldes de Londres, Manchester, Liverpool y otras urbes manifestaron su respaldo y señalaron que la medida podría aportar fondos para mejorar el transporte público, conservar sitios patrimoniales y sostener el crecimiento turístico. Manchester, por ejemplo, considera que un recargo moderado podría ayudar a ordenar la expansión de la actividad y garantizar que la demanda no supere la capacidad urbana.

El nuevo esquema implica un cambio relevante para Inglaterra. Hasta ahora, el país no contaba con una legislación general sobre tasas turísticas. Existían mecanismos puntuales de recaudación, como las áreas de mejora turística (ABID), pero su aplicación era limitada. La reforma abre la puerta para que las ciudades adopten un modelo que ya funciona en destinos europeos como Barcelona, Lisboa, París o Roma, donde la recaudación se utiliza para financiar servicios urbanos presionados por la afluencia de visitantes.

No obstante, el sector hotelero y las empresas vinculadas al turismo expresaron su preocupación. UKHospitality, la entidad que agrupa a hoteles, restaurantes y operadores, advirtió que un recargo, estimado por la industria en torno al 5 % del costo de la habitación, podría encarecer las vacaciones domésticas y afectar la competitividad. La organización sostiene que las familias británicas ya enfrentan precios más altos tras la pandemia y la inflación, por lo que una suma adicional podría impactar en la ocupación y en la demanda de alojamientos de corto plazo.

Las críticas apuntan también al efecto acumulado de la eventual tasa en estadías prolongadas o en viajes familiares. Aunque el recargo por noche pudiera ser pequeño, su impacto total sería más evidente en estancias de varios días. Algunos operadores temen que el nuevo costo haga que los turistas evalúen alternativas en otros destinos europeos con cargas similares o menores.

La consulta pública deberá resolver cuestiones centrales antes de la implementación. Entre ellas, determinar si el gravamen se aplicará a todos los tipos de alojamiento, si habrá excepciones, por ejemplo, para viajes educativos, jóvenes o personas que viajen por razones médicas, y cuál será el mecanismo de control y recaudación. También se deberá definir qué porcentaje de lo recaudado se destinará a proyectos vinculados al turismo y cuánto quedará para inversiones urbanas de carácter general.

El debate sobre la nueva tasa refleja una tendencia global: muchos destinos buscan que los visitantes contribuyan a financiar los costos asociados al turismo, desde el transporte hasta la limpieza urbana o la conservación de espacios culturales. Sus defensores sostienen que la medida permite equilibrar el impacto de la actividad y mejorar la experiencia del viajero. Sus detractores advierten que, si no se diseña con cautela, puede provocar una caída en el número de visitantes.

En los próximos meses, los municipios deberán evaluar si la incorporación de la tasa beneficia su planificación urbana y su capacidad para gestionar el turismo. El desafío estará en encontrar un punto de equilibrio que permita captar nuevos recursos sin frenar la llegada de viajeros, en un mercado donde la competitividad y los costos influyen de forma directa en la elección del destino.




 

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