Se produce por sucesivos desbordes del río Pilcomayo en el norte de la provincia de Formosa (Argentina) generando un ecosistema de gran diversidad y belleza que sorprende por sus “champales” – árboles secos cubiertos de enredaderas – y sus figuras de palmeras reflejando hojas casi doradas durante las horas del amanecer o atardecer.

El humedal tiene 300 km de largo y un ancho que varía entre 10 y 20 km, se extiende como una lágrima gigante en dirección noroeste-sudeste, crece durante los meses de mayor precipitación - enero a marzo - y decrece durante la época seca.

Su localidad más cercana es Las Lomitas, ubicada a casi 300 km de la ciudad de Formosa. Desde Las Lomitas parten dos caminos al Bañado que permiten un conocimiento diferente de su paisaje y sus pobladores. La Ruta Provincial 28 lo atraviesa en forma vertical y la Ruta 32 (ripio) permite llegar a Fortín Soledad para contratar excursiones en piraguas y sentir el bañado “desde su interior”.

La primera actividad para cualquier visitante es tomar la Ruta 28 y lograr una primera y rápida imagen del Bañado, muy diferente si se gira la vista hacia la izquierda o la derecha del camino. Desde Las Lomitas a la izquierda, sobre una ruta elevada, se observan las primeras poblaciones de jabirús – una de las cigüeñas más grandes del mundo - ubicadas en grupos o en filas sobre un terraplén construido durante la década del ’90 para unir dos valles en un solo espejo de agua.

El sector de la derecha muestra un paisaje menos intervenido con numerosas poblaciones de aves, como biguás desplegando sus alas cerca del agua, o espátulas rosadas cubriendo por completo las ramas secas de quebrachos o algarrobos.

La vista al Bañado desde la Ruta 28 puede completarse con una visita a la Comunidad Pilagá de Campo del Cielo, en especial para conocer las artesanías elaboradas por doña Ignacia con hojas de carandillo (una especie de palmera); o al almacén de Don Mario, lugar del que partirá en poco tiempo un sendero interpretativo, diseñado y construido por la Fundación Proyungas con ayuda local.

Aunque sin dudas, para vivir la experiencia real de este humedal, lo mejor es recorrerlo en una piragua o canoa dominada por botadores locales con gran experiencia e historias, como Chilo, que tiene 42 años y navega el Bañado desde los catorce. Las navegaciones son tranquilas, permiten avistajes más safaris fotográficos increíbles y se arreglan directamente en Fortín Soledad o, con mayor seguridad y anticipación, desde Las Lomitas o agencias especializadas de Formosa, como El Jabirú Avistajes.

Por Susana Inés Sandoval, viajeroresponsable.com.ar

** El Bañado se visitó en Septiembre con personal de la Fundación Proyungas