El avión es un medio de transporte que utilizan millones de personas cada día para desplazarse de un lugar a otro del mundo de forma relativamente rápida. Aunque sin duda, es cuando llegan las vacaciones, cuando el número de viajeros se multiplica.

También aumenta la posibilidad de que surja un problema con el vuelo, como una demora que impida hacer una conexión, que no se sepa dónde está el equipaje o el tristemente famoso overbooking, que puede dejar en tierra a muchos pasajeros en busca de un merecido descanso.

Éstos y otros inconvenientes hacen que reclamar un vuelo haya experimentado un aumento en los últimos tiempos. En parte porque los usuarios son cada vez más conscientes de sus derechos y los quieren hacer valer.

Los supuestos en los que se puede solicitar una indemnización están claramente recogidos en dos normativas. Una de ellas corresponde a la Unión Europea, y la otra es el denominado Convenio de Montreal. Dependiendo del origen del vuelo, se aplica una ley u otra.

No obstante, que haya una regulación al respecto no significa que las compañías aéreas faciliten las cosas a los viajeros. De hecho, las posibilidades de que una aerolínea indemnice directamente por algún incidente son prácticamente nulas, lo que obliga a los usuarios a buscar el modo de ponerse en manos de profesionales para hacer la reclamación de vuelos retrasados, cancelados o exigir la debida compensación ante otra de las situaciones recogidas en los reglamentos.

La reclamación se puede realizar en caso de que haya una cancelación o un retraso que supere las tres horas. También se tiene derecho a un reembolso, reasignación de vuelo o indemnización cuando se han vendido más pasajes de los que hay en el avión (conocido como overbooking) o si el equipaje se pierde o sufre algún daño.

Las cuantías varían en función del destino y pueden llegar hasta los 600 euros. También se tiene derecho a solicitar que se paguen los gastos a los que obligue el retraso, como una noche de hotel, desplazamiento en taxi, comidas, etcétera. O lo que se pierda debido a ello como reservas, excursiones o coches alquilados en el destino.

El hecho de reclamar es muy sencillo y necesario, para recibir la justa compensación por los problemas que haya causado la compañía. Lo mejor es hacerlo a través de una plataforma especializada, ya que la mayoría de los viajeros que lo hacen por su cuenta acaban por abandonar cuando se enfrentan a las trabas burocráticas que ponen las aerolíneas.

En cualquier caso, lo importante es seguir adelante con la reclamación y no rendirse. También es interesante tener a alguien con experiencia para que oriente acerca de si la cuantía que ofrece la operadora del vuelo es una compensación justa o se tiene derecho a algo más.

Para facilitar todavía más la reclamación, puedes asegurarte de que tu seguro de viaje cuenta con coberturas específicas para estas incidencias. En este caso se puede recibir la ayuda necesaria y cubrir determinados gastos en los que se incurre cuando un vuelo se retrasa o se cancela, o cuando hay que salir corriendo para comprar lo que se ha perdido con el equipaje. Además puede cubrir incidencias que no están recogidas en el reglamento, como causas por las que una compañía debe indemnizar, como una huelga convocada después de haber reservado el vuelo o causas climatológicas que obliguen a permanecer en tierra.

El aumento de las reclamaciones obedece más a que los usuarios son conscientes de sus derechos que al hecho de que haya más incidencias. Los viajeros se informan cada vez más y saben que las compañías adquieren un compromiso cuando venden un billete de avión. Compromiso que deben afrontar aunque haya determinados problemas.