Mendoza se ha convertido en los últimos tiempos, en uno de los mayores polos turísticos del país, siendo esta actividad turística tan rentable como la vitivinicultura. A excepción del Sur provincial, donde sí se había desarrollado una importante actividad, el resto de la Provincia captaba el interés de los visitantes sólo a través de sus bellezas naturales a la que adosaba una ciudad convocante por su arbolado y su limpieza. 

Un informe de la Dirección de Planificación, Innovación y Prospectiva, dependiente de la Subsecretaría de Desarrollo del Ministerio de Turismo de la Provincia, da cuenta de un crecimiento del turismo rural del 49 por ciento entre  2002 y 2011. 

En los últimos cinco años, el turismo rural en Mendoza creció rápidamente, primero concentrado alrededor del turismo del vino, lo cual se ha convertido en un gran atractivo turístico en la provincia. 

Desde el Gobierno se prevé que la madurez lograda por el turismo del vino servirá de base para una nueva era de turismo rural emergente en Mendoza, que deberá aprovechar la tendencia mundial hacia una diversidad de experiencias rurales auténticas en el campo, desierto y montañas muy ligados con experiencias de naturaleza, salud y cultura. 

“Este crecimiento -se advierte- será alcanzable a través de la creación de nuevos productos y circuitos de alta calidad; desarrollo de campañas de mercadeo; y un claro esfuerzo de colaboración entre emprendedores de esta actividad”.

Las bodegas aportaron a la actividad propia el desarrollo de un turismo enológico que comenzó con la incorporación de visitas guiadas, restaurantes y, más cercano en el tiempo, posadas o pequeños hoteles de alta categoría. 

Se multiplicaron los hoteles cinco estrellas en el centro de la ciudad mientras zonas de incalculable belleza crecieron exponencialmente, como Potrerillos, donde tuvo una influencia importante el dique, y el Valle de Uco, que multiplicó la cantidad de plazas a través de cabañas y hostales.

Con miras a futuro, hay otros aspectos que permitirán ampliar la oferta turística provincial como la iniciativa que han implementado productores de Maipú y de Malargüe con el invalorable asesoramiento de profesionales de la UNCuyo, a través del “Programa Turismo y Desarrollo Sustentable”.

En el caso de Maipú, el programa se inició con el agrupamiento de productores interesados en activar el turismo rural y que congrega a gente que cuenta ya con un restaurante y una posada que funcionan en lo que fueron antiguas casas patronales de la finca, establecimientos de conservas artesanales, de artículos regionales, una fábrica de aceite de oliva y bodegas, a los que se suman productores primarios de frutas y verduras. 

El lugar de funcionamiento coincide con la terminación del Camino del Vino y el Olivo, que creó la Municipalidad de Maipú. En Malargüe, la iniciativa contiene a residentes de una comunidad mapuche asentada en las cercanías de la reserva Castillos de Pincheira. Cuando el proyecto esté concluido, el viajero podrá alojarse en construcciones originarias, llamadas “ruka kura” y tendrá la posibilidad de hacer trekking, cabalgatas o visitas guiadas. 

También se impulsan emprendimientos para generar planes de desarrollo turístico en el Valle de Uco y El Challao, aunque en estos dos últimos casos aún no se han definido los acuerdos marco, mientras se continúa trabajando con un grupo de interesados de El Ramblón de Amigos en La Asunción, Lavalle.

 

El primero de ellos es la ampliación de la ya de por sí interesante oferta turística con que cuenta Mendoza y, el restante, la oportunidad de ampliación de sus posibilidades económicas a un amplio espectro de mendocinos residentes en distintas zonas de la geografía provincial, a los que en algunos casos, como sucede en Malargüe o Lavalle, la propia naturaleza les fija escollos difíciles de superar.