El wushu, también conocido como kung-fu, es una disciplina derivada del arte marcial chino tradicional que tiene un largo recorrido en la historia de estas prácticas deportivas del país. Sin embargo, todavía no ha conseguido hacerse un hueco en las Olimpíadas, y parece que por ahora tampoco lo hará en los Juegos de Tokio de 2020. El Comité Organizador lo anunció en un principio como uno de los aspirantes, pero tendrá que esperar a convertirse en olímpico en próximas ediciones.

El squash es uno de los deportes que, pese a no haber estado presente en ninguna edición de los Juegos, sí que ha sido reconocido como deporte por el Comité Olímpico Internacional. De apostar por él en Tokio, París o Los Ángeles -las tres próximas sedes-, veríamos a dos jugadores de dos países distintos golpear una pelota con su raqueta contra la pared y competir para conseguir la mayor puntuación. En España, destaca en esta disciplina el gallego Borja Golán.

Otra competición que podría añadirse por primera vez en las Olimpíadas de París de 2024 sería una modernización de las carreras de cuadras griegas: la que vería a varios pilotos conducir sus coches a alta velocidad por un autódromo francés. En el eventual caso de que eso ocurra, veremos las futuras estrellas de la Fórmula 1 cambiar su escudería para defender otra en nombre de su país. Asimismo, el motociclismo podría terminar siendo otro deporte olímpico.

Son muchos los espectadores que sienten una atracción especial por disciplinas como la natación sincronizada o la gimnasia artística. Ambas son muy visuales y creativas y hacen evidente el esfuerzo y dedicación que requieren. No cuesta imaginar, pues, que otro deporte de características similares, el patinaje, pudiera dentro de poco estar entre las competiciones de los Juegos Olímpicos de verano, si bien es cierto que ya está presente en las versiones de invierno.

Alex Honnold, Chris Sharma o Ashima Shiraishi son tres de los mejores escaladores de la historia que, no obstante, no han tenido nunca la oportunidad de ver recompensado su talento con una medalla de oro olímpica. Sus compañeros podrán hacerlo en Tokio 2020, pero no así aquellos que ascienden y ascienden las montañas a pie. El montañismo no será olímpico dentro de dos años, pero podría pasar a serlo si lo decide el COI en París 2024.

Los bolos o bowling es otro de los deportes que el COI reconoce como tal pero que por el momento no se ha animado a incluir en sus Juegos Olímpicos. Esta disciplina comparte muchas características con otras como el lanzamiento de disco o el curling: todas ellas requieren de puntería para lanzar un objeto. Hay quienes argumentan, sin embargo, que es demasiado aburrido, y eso pese a la gran competitividad que pueda haber entre los jugadores.

Los mismos argumentos usados para el ajedrez pueden aplicarse para defender el póquer como deporte olímpico. El póker es sin duda un deporte que está viviendo un gran crecimiento, en gran parte gracias a las plataformas de póker online, que permiten a cualquiera jugar desde la comodidad de su casa y aprender fácilmente a jugar. El COI lo debería reconocer primero bajo su propia definición de deporte. Una vez realizado ese paso, ya se podría solicitar su participación en unos Juegos. De eso se encargaría la International Federation of Poker, aunque para agilizar los plazos parecería más sensato unirse a otra organización ya reconocida por el Comité, como la IMSA.

Aunque muchos lo entienden como un entretenimiento y un juego de mesa más, lo cierto es que el ajedrez está considerado un deporte si se practica en su versión de competición. El esfuerzo mental es tal que así pasó a catalogarse hace unos años cuando el COI lo incluyó en su lista de disciplinas reconocidas. Anualmente se disputan varios torneos internacionales que enfrontan a dos jugadores por partida. ¿Lo veremos también en la capital francesa dentro de seis veranos?