Recuerdos de mi Amante. Letra de Julio Moreno Ventas

30/07/2013 | 0:04 | "Cuando estas letras vean la luz, se estará cumpliendo el año (...) desde que –en contra de mi voluntad- tuve que abandonar las orillas del Río de la Plata y regresar a mi querido país".
 

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Desde entonces mi sentimiento es como el del bolero de Antonio Machín que se preguntaba “cómo se puede querer dos mujeres a la vez y no estar loco”.

Una es la de siempre, mi amor sagrado, mi España entrañable desde mi nacimiento. Y la otra, mi amante, mi Argentina que me enamoró en la madurez de mi vida y a la que extraño día tras día por mil y una razones.

Como cualquier europeo que se adentra por vez primera en el conocimiento de ese inmenso territorio argentino, pensaba que sólo eran tres o cuatro las grandes referencias turísticas a conocer: la capital federal, las espectaculares cataratas, los imponentes hielos perpetuos y, si acaso, "el fin del mundo en una tierra muy fría paradójicamente llamada del fuego".

¡Qué equivocado estaba! 

Descubrí, por supuesto, que los cuatro destinos citados eran imperdibles, pero por muchos más motivos que los conocidos. La capital por sus contrastes y contradicciones; por su magia provocadora de adicción. 

Iguazú por su enorme riqueza medioambiental y por el fantástico trabajo realizado para conseguir un auténtico desarrollo sustentable. Los glaciares porque, siendo el Perito Moreno la joya de la corona, nada desmerecen los desconocidos Upsala o Spegazzini o esa Bahía Onelli tan de cuento. Y Ushuaia porque te hace sentir pequeñito y alejado de la locura del mundo.

Pero para la gente del Viejo Continente permanecen aún en el anonimato muchos rincones, grabados para siempre en mi retina y en mi corazón:

La Quebrada de Humahuaca, tan pobre y tan rica al mismo tiempo, en donde –en contra de lo habitual- el paisaje se impone a las humildes poblaciones que están sabiendo poner en valor sus tradiciones, su gastronomía, su historia…

La Ruta de los Siete Lagos, un viaje en el que tras cada curva de la ruta aparece un paisaje que te sorprende más que el anterior,  con esos dos puntos extremos, Bariloche y San Martín de los Andes, capaces por sí mismos de maravillar al visitante.

El otoño mendocino, una paleta en la que se funden los colores pardos de los viñedos  con los blancos  de las primeras nieves en la cordillera, sobre un fondo del más intenso cielo azul que pueda imaginarse.

Los Esteros del Iberá, en la provincia cuna de San Martín, en donde descubrí por primera vez esos animales tan exóticos para un “gallego” de Sevilla como el carpincho, el ciervo de los pantanos o el yacaré.

El Río Paraná, espectacular de principio a fín, sea en Corrientes en la elegante Rosario o en ese matrimonio con el Uruguay del que nacen multitud de canales, ríos y arroyos que culminan su vida en el Río de la Plata.

El Delta del Tigre, con su rica oferta paisajística y en donde un paseo naútico es una experiencia maravillosa para quienes somos de tierra firme, unido a su Mercado de Frutos y a su Museo de Arte Moderno.

La provincia de Córdoba, que debió llamarse Sevilla si su fundador no hubiese sido tan caballero, y en la que no resulta nada fácil decidir si quedarse en la hermosa capital de profunda huella jesuítica o retirarse a la quietud de Mina Clavero, vivir la emoción histórica de Altagracia o recorrer el Camino Real que la unía con el Alto Perú.

Podría seguir rememorando muchos más paisajes, pero harían tedioso este recuerdo que dedico a un país que sorprende por la variedad de su oferta turística. Se del buen trabajo que se está haciendo para dar a conocer al mundo la riqueza que Argentina ofrece al visitante; creo que queda camino por recorrer y que hay que romper los tópicos que, siendo importantes, no son lo único y para ello el trabajo de los profesionales del turismo es fundamental. 

Si a ello se añade la hospitalidad y la siempre buena acogida que el paisanaje da a quienes vienen al paisaje, el éxito está asegurado.

Julio Moreno Ventas


 

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Comentarios (1)

 

31/07/2013
bico bermudez
Hace tiempo que no leia algo (a excepcion del Tango de la Guardia Vieja, de Perez Reverte) que me llevara al borde de las lagrimas, al sentir el cariño que algunos pueden profesar por mi querido país, como lo haces tu en este articulo. Es el mismo sentimiento que profeso por mi tierra de acogida (que es la patria de mis abuelos , andaluces ambos) que es donde elegi vivir, y devolver una àrte de lo que ellos llevaron a Argentina donde fundaron un familión del que soy fiel custodio. Gracias por tu sincero sentimiento , que comparto profundamente, aunque en sentido inverso.

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