Si bien el conocido dictador de Corea del Norte, Kim Jong-Un planea para 2020 incrementar el número de turistas que llegan a ese país, su aerolínea de bandera Air Koryo, va de mal en peor, y es poco probable que los nuevos uniformes, las opciones de entretenimiento o la adquisición de aparatos obsoletos, ayuden en esa tarea. Actualmente llegan a Corea del Norte solo 5 mil turistas al año.

La compañía adquirió recientemente dos aviones Tupolev Tu-204s de fabricación rusa (del 1990) para vuelos internacionales, cuyos billetes en clase económica desde Pekín rondan los 900 yuanes (137 dólares). El resto de la flota es aún más antigua: un Ilyushin Il-62 de 1960 y un Antonov An-24, de 1950, ambos fabricados en pleno apogeo de la URSS.

Entre las críticas que se esgrimen, se señala que las azafatas no hablan otros idiomas, que la compañía no tiene revista a bordo, que la comida resulta poco atractiva o que, en los aviones más viejos, la condensación de los sistemas de refrigeración provoca goteras.

Una vez a bordo, las pantallas de los aviones proyectan continuamente propaganda estatal y las canciones patrióticas que interpreta la banda femenina favorita de Kim Jong-Un, Moranbong, sin posibilidad de poder apagar o bajar el sonido de los auriculares.

Al menos, a la llegada al nuevo aeropuerto de Sunan no hay que hacer colas. Sólo llegan unos seis vuelos internacionales al día y los empleados tienen prohibido el derecho a la huelga. La compañía, que ofrece vuelos directos a Beijing y Shenyang en China y Valdivostok en Rusia, nació como Chosonminhang en 1955, y en 1992 cambió su nombre por el actual.