Aventura, pisco y misterios en los desiertos del Perú

27/07/2015 | 0:00 | Mundialmente reconocidas Líneas de Nasca hasta el Oasis de la Huacachina, los desiertos del sur del Perú esconden valiosos tesoros históricos y naturales que atraen a los turistas.
 

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A unos pocos kilómetros al sur de Lima se encuentra el llamado “Circuito Sur Chico” del Perú, conformado por Paracas, Ica y Nasca. Este circuito es cada día más reconocido y  visitado por los turistas extranjeros, a causa de sus numerosos atractivos.

El circuito se inicia en la ciudad de Paracas, a tan solo 250 kilómetros al sur de Lima, donde el desierto y el mar se unen de forma asombrosa. Las playas, bordeadas de hermosos acantilados, están colmadas de vida y son habitad de millones de aves, algunas de ellas endémicas, y otros provenientes del Norte y Sur del continente.

La Bahía de Paracas, que forma parte de la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional del mismo nombre, es un lugar ideal para la práctica de diversos deportes acuáticos, como el wind y kite surfing. El fuerte viento, que corre por las tardes desde el desierto, es el mejor aliado para los entusiastas de estas disciplinas. 

Pero no solo el lugar es ideal para realizar deportes acuáticos, sino también puede ser una gran alternativa para los ciclistas que quieran medir sus fuerzas entre las dunas, recorriendo caminos al borde acantilados que se adentran en el desierto. Deportes que, sin dudas, combinan el ejercicio físico intenso con la pasión por los grandes paisajes.

Un paraíso para los surfers es San Gallán. Esta no es una playa pero igual tiene una de las olas más apreciadas por los tablistas locales. La de San Gallán, isla ubicada en la Reserva de Paracas, es una ola derecha muy divertida y con grandes secciones tubulares. (Para realizar este deporte en este lugar es necesario solicitar permiso al Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas-Sernanp).

Continuando algunos kilómetros más hacia el sur se puede acceder al centro de Ica, “tierra de sol y de grandes viñedos”. En los alrededores de la ciudad se encuentran las mejores bodegas del país, las mismas que dan origen a las marcas más famosas  de vino y pisco: el licor de bandera. 

Además de ser una importante parada para aquellos que desean realizar la “Ruta del Pisco”, Ica esconde, a tan solo 5 kilómetros de su centro, el Oasis Huacachina, hoy convertido en un gran atractivo e importante centro de recreo para toda la familia. 

Cuenta con cómodos hoteles, y desde allí se pueden realizar algunos de los deportes predilectos de los visitantes, tanto nacionales como internacionales: una combinación de paseos en autos tubulares (buggys o 4x4) con la práctica del sandboard. Diversión asegurada para grandes y chicos.
 
Finalmente,  a escasas dos horas de Ica, 50 km de desierto fueron cubiertos, hace miles de años, por monumentales dibujos, figuras enormes representando mamíferos, insectos y deidades. 

Las Líneas de Nasca, llamadas así desde su descubrimiento en 1927, son el vestigio más increíble y misterioso jamás dejado por una cultura forjada 300 años antes de la era cristiana: el resultado de sus complejos diseños y trazados, algunos de casi 300 m de longitud que son admirados y valorados hasta el día de hoy, constituyéndose como uno de los principales destinos turísticos del Perú. 

Para aquellos que quieren realizar este monumental recorrido, es posible hacerlo desde avionetas, que dan acceso a la totalidad de las figuras, o desde paradores estratégicamente dispuestos, que permiten el avistamiento de 3 de las mismas.

Cerca de las Líneas de Nasca encontramos otras notables obras de la cultura del mismo nombre: los acueductos de Cantayoc, una extensa red de canales subterráneos y reservorios, y el centro ceremonial de Cahuachi, considerada la ‘capital’ del señorío Nasca. 

El sitio está constituido por seis conjuntos arquitectónicos que se emplazan sobre colinas rocosas en un área de 25 ha. Su principal construcción es una pirámide de adobe de 20 m de altura y 100 m de longitud que se encuentra adosada a una colina. Complementan el lugar varias plazas ceremoniales y cementerios donde han sido halladas numerosas piezas de cerámica.
 
¿Sabías qué?

Las líneas de Nasca fueron registrados por primera vez en las crónicas de Pedro de Cieza de León, en 1550, y no fue sino hasta 1926, cuando el interés por estos gigantescos dibujos hechos cobraron relevancia gracias a Toribio Mejía Xesspe.


 

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