Contraindicaciones políticas de la estrategia del miedo |
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21/03/2018 | 07:58 | No es raro ver, en cada período electoral, por parte de cualquier partido, que se viertan advertencias fatalistas que pueden o no cumplirse. Se trata de una apuesta arriesgada, como veremos | |||||||||||||||
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Alimentando la inquietud de las masas Para entenderlo mejor, vamos a ver distintos ejemplos del uso de dicha estratagema y los escenarios que pueden materializarse después. Atenderemos para ello a los muy acertados comentarios que formuló el consultor de comunicación estratégica Fernando Rodeles hace ya algunos años, partiendo de casos específicos que había presenciado el pueblo argentino. El mal que se produce a pesar de haberle puesto “solución” Hemos de retroceder a fines de 2001, tiempo en que la Alianza advertía que el país se hundiría en el caos a no ser que hubiera ajustes. Sucedió lo que ellos deseaban, los ajustes llegaron, e inmediatamente después lo hizo el caos que se había pretendido evitar. Ocho años más tarde nos encontramos con un acontecimiento similar. En 2009, un candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, Francisco De Narváez, vaticinaba que si el ex presidente Néstor Kirchner salía vencedor, arremetería contra la propiedad privada, arrollando a bancos y medios de comunicación. El kirchnerismo no ganó, lo que tampoco fue impedimento para que los temores comunicados por el candidato de Unión Pro se hicieran realidad, al menos en parte, pues se produjo el acoso de ciertos medios y el Estado se adueñó de unas cuantas empresas privadas. Lo importante en sendos casos es que, ciertamente, los desastres de que se advertía a la población podían hacerse realidad, ya que lo hicieron, pero los medios que interesaba presentar como barrera preventiva probaron ser inútiles, a tenor de que lo que parecía ser un triunfo pronto se convirtió en evidencia del interés oculto que originaba las palabras de quienes emitieron aquellas advertencias, inútiles al responder más a tal interés que al de evitar los males advertidos. El mal que no se produce cuando tampoco se había adoptado la “solución” En el mismo año del segundo ejemplo, 2009, Kirchner recurría a la estrategia que también utilizaba su adversario, pero los resultados fueron muy diferentes. Afirmaba que a no ser que el kirchnerismo obtuviera la mayoría absoluta en ambas cámaras, “volvíamos al país del 2001, volvíamos a que el país explote”. Y el tiempo le negó la razón. Perdieron la mayoría, pero las palabras fatalistas de Kirchner quedaron en eso, palabras. Palabras que se llevó el viento a lo largo de otro período de gobierno. Así pues, en esta ocasión no se produjo ni siquiera el espejismo de victoria de que hablamos en el otro apartado. No obtuvieron lo que querían, y quedaron en evidencia debido a que esos horrores predichos nunca llegaron a pesar de este fracaso. De nuevo, quedan al descubierto las verdaderas intenciones de aquellos que extendieron la alarma. El riesgo de la respuesta inmediata Este fue el que corrieron tanto Alex Freyre por un lado como por otro los por aquel entonces gobernadores de Tucumán y Entre Ríos, José Alperovich y Sergio Urribarri, allá en el 2014, cuando Fernando Rodeles realzaba este análisis. Freyre, en otra de sus intervenciones con el gran impacto mediático que era habitual, aseguró al actor Aníbal Pachano que en caso de que Massa o Macri llegaran al poder en 2015, para el año siguiente los dos primeros, enfermos ambos de HIV, habrían fallecido debido a la falta de medicamentos, que no se podrían comprar debido al pago a los fondos buitre. Los gobernadores que hemos citado, por su parte, predecían un panorama desolador en el cual no habría más pensiones, asignaciones universales por hijos ni remedios en los hospitales. El tiro les salió por la culata antes incluso de que pasara el tiempo que transcurrió en los casos que analizamos en apartados anteriores. Y es que la oposición tardó muy poco en responder a estas acusaciones, negando de manera categórica su veracidad y garantizando públicamente que esto no sería así. Por consiguiente, lo único que logró el gobierno fue exhibir sus propias debilidades y temores, al tiempo que fortalecían la posición de sus adversarios. Esto fue en especial sencillo a causa de que los temores fueron vertidos por unas personas conocidas e identificables, circunstancia que hacía más fácil para, en este caso, la oposición rebatir sus advertencias fatalistas. |
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